
Si te suena a historia conocida, es que el disco de la Iglesia se ha rayado, y hoy suena -gastado y sucio- nuevamente la misma canción. Una vez más, como si no hubiera pasado el tiempo, obispos de varios rincones del país se desgarran las sotanas anunciando una especie de apocalipsis social. Y ya en voz más baja reconocen: gays y lesbianas existen, lo sabemos, pero que vivan sus relaciones por fuera de la ley, que en todos los formularios sean siempre "solteros", y que sus hijos (que ya existen, no son una hipótesis) tengan siempre menos derechos. Y por supuesto, para no perder las malas costumbres, vuelven los discursos apocalípticos, las manipulaciones a los creyentes, y las presiones al Poder Legislativo.
Son tan obvias, tan evidentes, casi tan burdas las coincidencias entre aquella ley que negaba el desamor y esta, que niega su lado opuesto, que creemos necesario recordar cómo fue aquel proceso, cómo la Iglesia puso todos los palos en la rueda que pudo, y cómo igualmente triunfaron las libertades individuales. Los invitamos a leer una nota al respecto, y a reenviarla a toda la gente que aún hoy puede creer que algo de lo que pregona la Iglesia es cierto. Y pongamos fin a las discusiones sin sentido: ni el matrimonio LGBT terminará con la familia, ni a la Iglesia le importa demasiado el bien de la misma. Se trata de una lucha de poderes, y de no perder el control social que viene ejerciendo (aunque cada día con menos fuerza) desde hace siglos.
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Párrafo de la nota por los 20 años de la Ley de Divorcio (cualquier similitud con la actualidad NO es pura coincidencia):
..." La Iglesia, siempre en contra
La primera reacción de la Iglesia Católica argentina ante la aparición de la Ley de Divorcio fue contundente: organizó una marcha en plena Plaza de Mayo con la imagen de la Virgen de Luján a la cabeza. Y el Episcopado emitió un comunicado que clamaba que “el mal no se había podido evitar” se difundiera lo menos posible. El divorcio, según el Papa, era una “epidemia social en Occidente”. Ya durante el debate previo, había cobrado cierta fama el entonces obispo de Mercedes, Emilio Ogñenovich, quien dijo que ese 3 de junio de 1987 había muerto “el matrimonio indisoluble” y rogó a Dios que el país fuera liberado “del flagelo del divorcio”. “A mí me habían puesto ‘El abogado del diablo’ en una revista de aquellos años”, cuenta Juan Bautista Sejean, el primer hombre en el país que pudo casarse después de haberse divorciado. “Había toda una campaña que señalaba que yo estaba destruyendo la familia, y todo lo contrario: esto facilitó el casamiento de casi dos millones de personas que estaban viviendo de manera irregular”, recuerda y agrega: “No faltaban los modos discriminatorios en esa época para referirse a los que se habían separado y vuelto a hacer su vida: la gente de una clase social acomodada ‘vivía en pareja’ y los más pobres ‘vivían en concubinato’.” "
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Lee la nota entera: http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0176/articulo.php?art=1353&ed=0185
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Nota emitida por: Yo estoy a favor de la legalización del matrimonio gay
2 comentarios:
Como me suena todo ésto.
En España, cuando el matrimonio homosexual estaba a punto de aprobarse, tenían el mismo discurso apocalíptico. Incluso llegaron a participar en una manifestación, la primera manifestación en la que participaba la iglesia católica en España desde que vivimos en democracia.
La organizaron junto con el partido de derechas y organizaciones de familias de derechas, fueron muy simbólicas esas fotos.
Aquí hace cinco años que se aprobó la ley y sus vaticinios no se han cumplido. Todo sigue igual excepto nuestros derechos, ahora son los mismos que el resto.
Esta gente está anclada en el pasado, un pasado que controlaban a su antojo.
Nuria y Luisa: tenemos fe que estos aires de oposición se vean aplastados por la libertad y la igualdad para TOD@S.
Un abrazo!
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